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Valientes Chadianas



Anne Marie, Actha, Cecilia, Grace. Son los nombres de las cuatro niñas integrantes del SAO es decir, el Equipo Olímpico de Gimnasia Artística Femenina de Chad. Llegaron a España el 4 de enero para estudiar e iniciar su preparación deportiva para representar a su país en los Juegos Olímpicos de París 2024.


La vida las fue a buscar para cambiar completamente su destino cuando la Fundación Ramón Grosso en convenio con el CGA Pozuelo y animados por el padre Camille, creó una escuela de gimnasia artística femenina en el colegio donde ellas estudiaban en la localidad de Toukra y en donde el Padre era director. En un inicio en un aula reconvertida en gimnasio y posteriormente en un humilde gimnasio que lograron construir gracias a la solidaridad de varias personas e instituciones como el Club Gimnastica Salerno de Italia. Sylvia García, la directora del proyecto, hizo pruebas a cientos de niñas, trajo a algunas de ellas a España durante los veranos para entrenarse con los aparatos de los que no disponían en Chad. Tras tres años de proyecto, ellas cuatro y una más que aún no ha podido venir por problemas de visado, fueron las elegidas por su especial talento para la gimnasia.


Desde entonces no han dejado de asombrarnos, a sus entrenadoras, a sus familias de acogida, a los miembros de la Fundación.


Se les propuso un plan de formación académica y deportiva en España como una oportunidad de futuro y lo aceptaron sin dudar, ellas, pero sobre todo sus familias, entendían que aquello que les hacía felices, entrenarse como gimnastas, además les daba una oportunidad de cambiar su destino.


El sacrificio que están haciendo es incalculable. El mejor lugar para cualquier niño de once años está junto a sus padres, junto a sus hermanos, su familia. Cuando eres pequeño no eres consciente de donde se sitúa social o culturalmente el lugar donde habitas, solo sabes que es ahí donde te sientes protegido. Las cuatro dejaron atrás su zona de confort para trasladarse a otro continente, con otra familia, con otro idioma, con otras comidas, con otras costumbres. El único lazo que iban a tener durante meses con sus raíces sería en forma de vídeo llamadas.


El esfuerzo por aprender el idioma, por ponerse al nivel de sus compañeros en los estudios, está siendo titánico. Saben que sin buenos resultados académicos quedan fuera del programa. Con el añadido del esfuerzo físico que realizan con un entrenamiento de deportistas de élite. Cuatro horas diarias seis días a la semana.

Tres meses después de su llegada, mientras se adaptaban a su nueva vida, ocurrió una catástrofe en forma de pandemia. ¿Somos capaces de imaginar el miedo que ha sentido un niño ante esta situación? Imaginemos si además este niño se encuentra a miles de kilómetros de su familia, de sus referentes.


Las familias de acogida han estado sobresalientes. Les han explicado la situación, les han mimado y arropado y han mantenido el continuo contacto con los padres de estas cuatro bravas chadianas para mitigar sus temores.


Imaginemos el sufrimiento de sus padres. África Central es una de las zonas más desoladoras del planeta. Chad es un país donde las mujeres parten con menos oportunidades. Alejarlas de la región de Boko Haram, del ébola, de la malaria, de las hambrunas, para ir a un país del llamado primer mundo era una oportunidad que no les podían negar a sus hijas. España, Madrid, ha sido uno de los epicentros de la pandemia y las noticias que recibían de los medios internacionales eran desoladoras. El sacrificio de unos padres por el bienestar de sus hijos puede ser incalculable.


Por si esto fuera poco, recibimos la noticia de la Comunidad de Madrid de que su permiso de residencia se renovaba automáticamente por un año, pero si las niñas salían del país para ver a sus familias difícilmente podrían volver ante la situación en la que nos encontramos.


Tras exponer la situación primero a las niñas y una vez manifestado que preferían quedarse y no arriesgarse a viajar a Chad y no poder retornar a España, hablamos con sus padres y madres, los cuales decidieron apoyar su decisión. Pasará un año y medio hasta que puedan reencontrarse con sus hermanos, padres, amigos…


Explicárselo a las niñas no fue sencillo, pero lo hicimos con total sinceridad y empatía. Su compromiso con la gimnasia es tan grande que tomaron serenamente la decisión de quedarse. Hablamos con sus padres y madres, que apoyaron la decisión de sus hijas.


Ellas tienen claro a que han venido, sus padres no se cansaron de repetirlo “no vais a España a jugar ni a divertiros, vais a hacer gimnasia y a estudiar” Sobre sus aún estrechas espaldas cargan con la responsabilidad de ser las seleccionadas. De tener la opción de ser historia en su país. Una cena de gala con más de doscientos invitados organizada por el Comité Olímpico de Chad les esperaba en Ndjamena este verano.


A veces su fortaleza se rompe y aparecen las lágrimas si surge en la conversación el nombre de un plato típico chadiano.


El lado positivo del regreso frustrado, aunque no nivele la balanza, es que Grace y Anne Marie han conocido el mar, Actha ya lo había hecho en un anterior viaje. Cecilia ha visto una montaña por primera vez en los Pirineos. En Chad viven a las puertas del Sahel, en una playa infinita en la que jamás llega al agua.





Para los que estamos cerca de ellas todos son regalos y lecciones de vida. Ha sido un privilegio poder ver como Grace y Anne Marie se enfrentaban agarradas de la mano a las olas, primero con temor, luego han disfrutado tras luchar contra ellas y vencerlas. Porque puede que ya no haya ola por grande que sea, que se ponga por delante de nuestras valientes chadianas.


ALD


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